2. Será cierto que semejante afán en descriptivadad de tantas
emotividades, sentimientos, que confiezo arrostrán mi ser con la
sutileza de un tamiz tan delicado como de un tejido tan discretamente
indisoluble como el de algo eterno que haya sido suerte que con tan
delicadas manos y encomiable afecto; tan contuntende, absolutamente
poderoso cariño e impetrables recuerdos como imágenes evocan en mi una
inconmensurable emoción. Pero sobre todo con la fortuna con lo que todo
puede decirse con una soltura tan educada y tan objetiva que sólo la
maravillosidad de la casualidad haya podido preparar, y además con una
familiaridad palmaría, que me hace suspicaz hasta imaginar la soledad
más indeseable, la más inefable. Por ahora te busco como un sueño de
mañana, como un sórdido suspiro, te tengo el pendiente de la
generalidad, para que la brusquedad de la ciudad te envuelva con
regocijocidad en donde quiera que te encuentres. Insospechadamente se revela una interminable
retahila de verdades inconfensas, de algo que innombrable e indeleblemente te reconfortare en el más estremecedor silencio. Eso era
el amor.
Estoy tratando de entretejer la
memoria en que evocamos una memoria, de una visión artística en que no
solo no sabías que es eso que me es tan simple para vivir, como tomar el
periódico, leer y contestar una demanda, atender una llamada
telefónica, imaginen pensar que todas estás vanalidades producto de
veleidades materialistas puedan ser la esencia y forma de la dulce vida.
Que imaginación tan reconfortada la que reviste tal idea cuando es en
apariencia una mera constatación. Sería como creer que la miel se
encuentra entre los matorrales; es quizá por encontrarse en un lugar
feliz desde donde la infinitud se transmite y los límites en tan gran
medida se corresponden solo a la idea de un si mismo, sí, "un metaojo",
no panóptico, solo imaginario, pero para poseerlo se debe uno sobre todo
a la observación y a la practicidad, cualidades insoslayables para el
noble desarrollo de las posibilidades intuitivas, que en tanto detienen y
puedan resolver está oportunidad. Y Así
transustanciar la materia de la materia en que tanto parecen hacerse los
sueños y las maravillas. Por ahora te deseo dulces sueños mi bien, mi
dulce bien.
3. Ahora bien. Arrostrar. Es una palabra peligrosa, como tambalearse cuando se quiere caer dijeramos a manos llenas.
Con el arrobo de la innobservancia mi Estado es omnipotente, en modo técnico encierra la proporcionalidad de su exactitud y distancia.
Arrostrar al fin al enemigo no es un oficio de un espíritu recalcitrante en donde las buenas mujeres hacen los buenos hábitos de los buenos tiempos, y no es que me abandone a ser invadido, sino anónimamente aludido.
Que es leer entre líneas sino un fino trabajo de interpretación sin la descriptividad de la memoria de ayeres inoficiales, con acento apeyorativamente católico. Autóctono, por la nostalgía de estar en manos y en pos de la verdad, no una verdad de cuerpo físico, el horror de un cuerpo falso.
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