Tengo celos de las flores,
de que son hojas en que nadie se detiene,
como aquellas que han quedado en un aparador esperando
ser si a casa tomadas como algo bello en la imaginación,
y beberlas en las aguas en donde reposa el recelo,
en que tristemente se detienen floreciendo,
solo para tomarlas en el color de la nostalgía de ésta noche
en que quizá brillamos y cantar ¿qué son cribados luceros?
en esa noche en que terminan.
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